Page 3 - Los Stukas de Belchite: desmontando Mitos
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Año XXV, Número 45, enero 2025
Depósito Legal M-34.164-2001
ISSN 1695-6214
Los Stukas de Belchite: desmontando Mitos
similares a algunos registros documentados de Stukas en acción durante la II Guerra
Mundial, lo que nos lleva a pensar que existe algún tipo de error de interpretación, en un
intento más por sacar partido o lucro a la moda del misterio (Jiménez y Porter, 2006).
Antecedentes y estado de la cuestión
Belchite es un pequeño pueblo de la provincia de Zaragoza (España) con apenas
1500 habitantes. Se remonta a la Edad del Bronce, destacando la cueva de los
Encantados como yacimiento peculiar en las inmediaciones. Posteriormente evolucionó
durante la Edad del Hierro y tuvo una ocupación romana a 3 km al oeste del pueblo
conocido como el yacimiento de El Pueyo, citado por Apiano, Diodoro Sículo y Orosio
(Rodríguez y Díez, 2015: 213-214). Fue ocupada por los árabes y reconquistada por
Alfonso I en 1118. Desde el principio del siglo XIX fue escenario de distintas batallas
como las de la Guerra de Independencia de 1809 o las Guerras Carlistas de 1838 y
1872. A principios del siglo XX tuvieron lugar serios altercados en Belchite contra las
autoridades, dándose motines y protestas por la situación económica. Ya durante la
Restauración de Alfonso XIII lo dotaron de línea férrea minera entre Utrillas y Zaragoza,
así como de infraestructuras, carreteras, fábricas y energía eléctrica, llegando a tener
una población de cerca de 4000 habitantes hasta la Guerra Civil española posterior
(VVAA, 2024).
Durante la Guerra Civil española Belchite fue escenario de duros combates,
llegándose a destruir el pueblo y originándose leyendas como la de los Stukas que nos
concierne, así como argumentándose que su destrucción fue debido al Bloque Nacional
ya que en los bombardeos finales de los Stukas utilizaron bombas de 500 kg. Veremos
cómo esto no fue realmente así, con datos objetivos. Así mismo, el pueblo antiguo de
Belchite se mantuvo tal y como quedó tras la guerra para que no se olvidasen los
horrores de la guerra y se construyó un pueblo nuevo junto al mismo. Aquellas ruinas
del horror se muestran ahora como un lugar explotado turísticamente, generando
leyendas de apariciones de fantasmas y parafonías de Stukas entre otros vehículos,
disparos y explosiones (Jiménez y Porter, 2006: 103-104), que curiosamente fueron
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