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Año XXV, Número 46, julio 2025

       Depósito Legal M-34.164-2001
             ISSN 1695-6214


                                         Maestranza Aérea de Madrid, Centro de Mantenimiento de ala rotatoria…



              que el equilibrio lateral no era tan malo como en el C.3. Finalmente, sobre abril de 1922,
              el C.2 sufrió su última rotura y la Cierva decidió abandonar los ensayos [14].


                     Tras comprobar que el rotor compensado funcionaba bien en un aeromodelo que

              la Cierva había exhibido en marzo de 1921, en el inicio de 1922 surge una idea genial

              en la mente de Juan de la Cierva, la articulación de batimiento del eje horizontal en la
              raíz  de  la  pala.  La  diferencia  entre  el  autogiro  de  tamaño  natural  y  el  aeromodelo

              estribaba en la flexibilidad de las palas del aeromodelo. Parece ser que esta idea la tuvo
              Juan de la Cierva el 2 de enero de 1922, antes de los ensayos del C.2 [17], y aunque la

              Cierva tenía una solución al problema desde esta fecha, continuó los ensayos con el C.2

              hasta  abril,  confirmando  que  el  rotor  compensado  no  estaba  conseguido.  Ese  mismo
              mes  comenzó  la  construcción  del  autogiro  C.4,  a  partir  de  un  fuselaje  Sommer

              (probablemente  el  mismo  que  tenía  el  C.3),  con  palas  articuladas  en  batimiento.  El
              motor era el Le Rhóne de 80 CV y tenía cuatro palas con perfil Eiffel 101, y 8 metros de

              diámetro. Así, el C.4 podría ser una evolución modificada del propio C.3, fabricado en la

              carpintería  Cierva-Díaz  con  apoyo  de  la  Escuela  Industrial  de  Madrid  para  las  piezas
              metálicas [14].


                     El C.4 iba a estar dotado también de otra importante innovación, el rotor podría

              ser inclinado a derecha o izquierda por el piloto, para proporcionar el mando lateral cuya
              función hacen los alerones en los aeroplanos. La Cierva, en su comunicación a la Real

              Academia de Ciencias del 15 de febrero de 1923, dice que el C.4 se ensayó en junio de

              1922,  siendo  probable  que  el aparato  se  terminase  en mayo.  Pilotado por el teniente
              Gómez Spencer, los ensayos del C.4 fueron un fracaso debido al mando lateral, porque

              la fuerza necesaria para inclinar el rotor era superior a la que un piloto podía desarrollar
              normalmente, sufriendo el C.4 una o más roturas en este periodo [14].


                     Al  pasar  destinado  a  África  Gómez  Spencer,  continuó  los  ensayos  José  María

              Espinosa Arias, ex-piloto militar y periodista, con resultados similares a los de Spencer,

              hasta que convenció al inventor para que instalara unos alerones convencionales [8]. A
              la Cierva le repugnaba usar tantos elementos de aeroplano en su autogiro, pero para






                       Historia Digital, XXV, 46, (2025). ISSN 1695-6214 © Fernando Aguirre Estévez, 2025                  P á g i n a  | 59
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